jueves, 5 de mayo de 2016

EL SUEÑO DEL AMOR: ALICIA VENTURA SUÁREZ,


EL SUEÑO DEL AMOR

Anoche estuve lavando recuerdos y mis ojitos contribuyeron con el agua necesaria para ello… hay momentos en los que se necesita ese ejercicio para después entrar en el Sueño del Amor.  Y les explico…
Siendo niña identificaba con facilidad los sonidos del amor…gustaba de escuchar el trinar de las aves en primavera, el tañer de las campanas de la iglesia cercana anunciando una boda más, las mañanitas del Rey David que entonaba mi madre en los cumpleaños, el bello canto de mi hermano Omar, la alegría en la carcajada sonora de mi hermana Rosy y el hermosísimo balbuceo de mi hermanita Elba en sus primeros meses de vida…me encantaba deleitarme con esos sonidos que se han repetido y he acomodado con los años en la mente y en el corazón.


Un poco después me enfocaba en los olores del amor…recuerdo el aroma de la piel de mamá, el perfume de las rosas del jardín de mi tía Magda, el olor de la longaniza Igualteca recién frita, el café con canela que aromatizaba la casa de mi tía Irais, que se acompañaba del pan recién horneado en Copala y por supuesto el olor a tierra mojada en los días lluviosos de mi bello Acapulco.
De los olores viajo al sabor del delicioso chocolate que hacía mi tia Felicitas, en Iguala y llego sin recato a la Costa Chica Guerrerense con la degustación del queso fresco que me obsequiaba mi querida tía Andrea, acompañado de tortillas de maíz, hechas a mano con salsa de chile verde y jitomate asado, martajado en su enorme molcajete…¡cuánto cariño se recibía en esa comida! y rememoro a mi tío Zenaido, quien nos ofrecía el exquisito sabor del agua de los cocos de su huerta…o los tamales de elote recién elaborados por su esposa…tantos sabores, tanto color, tanto sentir, pero sobre todo amor.
Poco a poco llegué a grabar esas imágenes que se han eternizado al ver sonreír a mi sobrina Lore, con esos ojos obscuros tan bellos y enormes, que espejean la figura de la abuela materna,  la nariz de mi sobrino Cesarín, en quien encuentro a mi hermano, padre y abuelo como una preservación del rasgo predominante en la genealogía “Ventura”, la regia figura de  mi sobrino José María que me recuerda la fortaleza de su estirpe, la espontánea y natural expresión de la “Belén” mi sobrinita más pequeña, al explicar lo sencillo de la vida  y sigo recordando imágenes de antaño y hogaño…los racimos de plátano que atiborraban el comedor y cocina de mi casa con la cosecha abundante que había logrado mi padre; el arcoíris que se levantaba majestuoso en esa disputa entre el sol y la lluvia y hacían de mi tierra una postal de ensueño y fijo la mirada en el aleteo incesante del colibrí al succionar el polen de las flores del mango del patio de mi casa; el color de la sandía que repartía mamá entre sus hijos y nos invitaba con el rojo intenso a vivir con pasión cada momento y finalmente la mirada de mi abuela Jovita al encender la vela por el descanso de los difuntos y por la tan anhelada paz en la tierra a los hombres de buena o mala voluntad.
También evoco el beso en la frente que he otorgado a mis hijos Dany y Santy al dormir, su abrazo de oso al despertar, la caricia en el cabello a mamá y el apapacho de regreso que me daba en sus miles de formas al expresar el amor… el apretón de manos de mis grandes amigos, los abrazos y besos de familiares, la palmada animosa, el beso robado y el romance apasionado tocando cuerpo y alma a la vez.
Este mix de recuerdos, es a lo que yo llamo el “Sueño del Amor” y recurro a él cada vez que necesito lavar los recuerdos dolorosos en el vivir…recorrer en la mente los sonidos del amor hacen que olvide los ruidos del desamor, perpetuando las imágenes amorosas que nublan cualquier representación de tristeza o dolor.  Disfrutar los olores y sabores preferidos trayéndolos al presente, permiten deglutir con facilidad los tragos amargos de la cotidianeidad cruenta y los apapachos, caricias, besos y abrazos completan los haberes que se superponen a cualquier desventura en esta vida.

Y así soñando descubro el silencio del amor, esa sensación de paz y tranquilidad que te deja el saber que en tanto vivas, podrás seguirte deleitando en el “Sueño del Amor” y generar los recuerdos que se te antoje, los cuales llenarán tu cajita más preciada, esa que está en lo más profundo e íntimo de tu ser y  guarda el tesoro más grande con el que puedas contar… tu Inventario del Amor…con el que terminarás tus últimos días en este hermoso paraíso llamado tierra…



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