Soy compañero del viento alquimista que convierte al tiempo en un sueño perpetuo,
acompaño al silencio en su viaje continuo entre unos ojos y el horizonte más lejano.
Hoy descubrí a una de mis plumas queriéndose ir a vagar sin sentido por la vida,
la miré, con la más grande ternura que brotó de mi pequeño corazón latiendo al ritmo de las nebulosas,
¿Cuánta vanidad puede caber en una sola pluma, por más azul que sea, que tan lejos podría ir sin mis alas?
¿Más aún, sin consciencia de la levedad de la vida, la liviandad del ser, y lo inefable del estar?
¿No se dá cuenta que sin mí no hay destino para ella, y lo que ahora cree crepúsculo dejará de brillar?
¿Qué depende de mi sangre, del fluir del jugo de mis venas, qué sólo es un bello adorno en mi cola?
La dejé ir, la terquedad puede más que la razón, hay condiciones de ceguera voluntaria,
la estupidez no tiene barreras, la juventud se va, lo que hoy brilla mañana será ocaso,
seguiré volando de flor en flor, cantando, soy compañero del viento,
brillaré con el resto de plumas que me quedan.
Conozco mi destino, cumpliré mis misiones cada día, polinizaré exóticas flores,
acompañaré al silencio en su caótico viaje hacia el sonido, desde el bosque de Alaska hasta las praderas argentinas.
©Lucio R. Ramírez
