miércoles, 16 de marzo de 2016

MUJER DE MAÍZ : Alicia Ventura Suárez - México






Manejaba cerca del lugar donde hoy se establece...la buscaba y hoy la encontré...como lo hice hace casi 30 años...en el Acapulco de barriada, en la Colonia Hogar Moderno, muy cerca del mercadito ...

Se le ve un poco enferma, cansada por el paso del tiempo, es una mujer de cabello lacio, entrecano, tiene en la cara las consabidas arrugas por su andar en la vida, su manera de expresarse es muy parecida a cuando la conocí...y le pido que me venda ese producto que fue para mí el mejor de los manjares en mis épocas de ganancias mínimas y de hambre por vivir...y le pregunto ¿cómo ha estado?...ya estoy mejor, tuve gripa, pero ya se me está quitando, sólo el corazón que me sigue latiendo muy fuerte, pero sólo a veces...se levanta de su silla blanca con ese logotipo rojo tan conocido y se dispone a preparar lo que voy a comprarle...y es entonces cuando me regreso en el tiempo, 30 años atrás... en ese mismo lugar, pero no en ese local comercial, sino en la banqueta, ella tenía el mismo comal, pero en un anafre, preparaba con la misma intensidad la gordita de maiz a la que incorpora la mazamorra y las acompaña con una salsa de chile verde y jitomate o la roja de chile costeño, el papel de estraza que recupera la grasa y conserva el calor sirve de envoltorio y prepara apiladas de 5 en 5 las órdenes que han de llevar sus clientes de toda la vida...

La primera vez que fui a comprarle, llevaba muy poco dinero y al preguntar el costo de la gordita de manteca, supe que solo me alcanzaba para una pero sabía que no iba a saciar el hambre y aguantar con eso la jornada de más de 6 horas seguidas, pero no tenía más remedio, así que resbalé las monedas entre mis dedos y las conté varias veces, no me alcanzaba para más...pero ella se dio cuenta de mi necesidad y gentilmente me dijo te doy las 2 y luego que vengas me pagas lo que falte...en ese momento surgió mi fidelidad y esa amistad que le he prodigado a esa mujer de la cual no sé su nombre...un día nos presentamos pero no recordamos nuestros apelativos, solo reconocemos nuestras identidades por nuestras figuras... así han surgido las conversaciones ocasionales, sabemos de nuestros hijos, de sus viajes a Estados Unidos, de mi cambio de trabajo, en fin...cada vez que nos vemos, que no es muy frecuentemente, refrendamos nuestra amistad...

Hoy ella estaba descansando, necesitaba hacer la última venta para retirarse y llegué para consolidar esa compra que se extendió a todo lo que en el comal había, devolviendo ese favor de antaño...yo no necesitaba tanto producto, de hecho lo regalé a mi hermana, pero me sentí tan bien al poder retribuir un poco lo que ella me brindó aun sin conocerme...así es la vida, da vueltas y no sabes en qué momento te va a tocar ser ayudado o ayudar...hoy les cuento esta historia de una mujer franca, honesta, que hace más de 35 años por necesidad dedicó su vida a la elaboración de un producto tan nuestro, que da no solo de comer, sino que también brinda la posibilidad de conocer la esencia del ser...así surgió mi amistad con la mujer de maíz ...con profundo respeto a ella y a quienes se dedican a alimentarnos no solo el cuerpo, sino también el alma...

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